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Antecedentes

Antecedentes

Introducción: El trauma es la segunda causa de muerte después del VIH/SIDA en personas con edades comprendidas entre 5 y 45 años. Anualmente en el ámbito mundial, alrededor de tres millones de personas mueren como resultado de trauma, muchos de ellos luego de llegar al hospital.[ref 1] Entre aquellos pacientes que logran llegar al hospital, la hemorragia es una causa común de muerte, representando aproximadamente la mitad de las muertes intra-hospitalarias en trauma.[ref 2] La lesión del sistema nervioso central y la falla multi-organica representan la mayor parte del resto de la mortalidad y ambas pueden ser exacerbadas por el sangrado severo.[ref 3]

Mecanismos: Luego de una lesión vascular severa, sea esta traumática o quirúrgica en origen, el sistema hemostático ayuda a mantener la integridad del sistema circulatorio.[ref 4] La cirugía mayor y el trauma desencadenan respuestas hemostáticas similares y la consecuente pérdida masiva de sangre presentan desafíos extremos para el sistema de coagulación. En cualquier paciente, parte de la respuesta a la cirugía y al trauma, es la estimulación de la ruptura del coágulo (fibrinólisis) que, en algunos casos, puede convertirse en patológica (hiperfibrinólisis).[ref 4] Los agentes anti-fibrinolíticos han mostrado reducir la pérdida sanguínea en pacientes con respuesta fibrinolítica normal y exagerada a la cirugía, y esto, aparentemente, sin incrementar el riesgo de complicaciones postoperatorias, llamativamente sin incremento en el riesgo de complicaciones tromboembólicas venosas.[ref 5]

Conocimiento existente: Los agentes antifibrinolíticos son ampliamente usados en cirugía mayor para prevenir la fibrinólisis y por lo tanto para reducir la pérdida sanguínea quirúrgica. Una revisión sistemática reciente [ref 6] de estudios aleatorizados controlados sobre agentes antifibrinolíticos (principalmente aprotinina y ácido tranexámico) en pacientes quirúrgicos electivos, identificó 89 estudios que incluyeron 8,580 pacientes aleatorizados (74 en cirugía cardíaca, 8 en cirugía ortopédica, 4 en cirugía hepática y 3 en cirugía vascular). Los resultados mostraron que estos tratamientos reducen, en un tercio, el número de transfusiones necesarias, reducen en una unidad el volumen necesario por transfusión y reducen a la mitad la necesidad de otra cirugía para controlar el sangrado. Estas diferencias fueron todas estadísticamente significativas. También se observó, en el grupo tratado con agentes antifibrinolíticos, una disminución estadísticamente no significativa en la reducción del riesgo de muerte (RR = 0.85: IC 95% 0.63 a 1.14).
Hipótesis: Debido a que las anomalías en la coagulación que ocurren luego del trauma son similares a aquellas que ocurren tras una cirugía, es posible que los agentes antifibrinolíticos puedan también reducir la pérdida sanguínea, la necesidad de transfusión y la mortalidad post-trauma. Sin embargo hasta la fecha ha habido sólo un pequeño estudio aleatorizado controlado (70 pacientes aleatorizados, medicamento versus placebo: 0 versus 3 muertes) sobre el efecto de los agentes antifibrinolíticos en trauma mayor.[ref 7] Como resultado no existe suficiente evidencia para sostener o rechazar un efecto, clínicamente importante, del tratamiento. Los agentes antifibrinolíticos sistémicos han sido utilizados en el manejo de las lesiones oculares donde existe alguna evidencia de que reducen la tasa de hemorragia secundaria.[ref 8]
Necesidad de un estudio: Un tratamiento simple y ampliamente utilizable que reduzca la pérdida sanguínea luego del trauma puede prevenir miles de muertes prematuras cada año y además puede reducir la exposición al riesgo asociado a la transfusión sanguínea. La sangre es un recurso escaso y costoso y aún existe preocupación sobre el riesgo de infecciones asociados a las transfusiones. El trauma es común en regiones del mundo donde la calidad de la transfusión sanguínea no está asegurada. Un estudio reciente en Uganda estimó que el riesgo atribuible poblacional de contraer VIH como resultado de una transfusión sanguínea es aproximadamente 2%, aunque algunas estimaciones son inclusive mayores.[ref 9],[ref 10] Sólo 43% de los 191 estados miembros de OMS realizan pruebas sanguíneas para VIH y para los virus de la hepatitis C y B. Cada año se estima que, por transfusiones no seguras e inyecciones, son contraídas 8-16 millones de infecciones por hepatitis B, 2.3-4.7 millones de infecciones por hepatitis C y 80,000-160,000 infecciones por VIH. [ref 11] Es, por lo tanto, necesario, un estudio aleatorizado a gran escala, sobre el uso de un tratamiento antifibrinolítico, simple y barato como el ácido tranexámico (la aprotinina es considerablemente más costosa y es un producto bovino con el consiguiente riesgo de reacciones alérgicas y transmisión de enfermedades) en un amplio rango de pacientes con trauma, los cuales al arribo al hospital sean considerados en riesgo de hemorragia mayor que pueda afectar significativamente su probabilidad de sobrevida.

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Selección de la dosis

La revisión sistemática de estudios aleatorizados controlados de agentes antifibrinolíticos en cirugía mostró que las dosis de los regimenes de ácido tranexámico varían ampliamente.[ref 6] Las dosis de carga van desde 2.5mg/kg hasta 100 mg/kg y las de mantenimiento desde 0.25 mg/kg/hr hasta 4 mg/kg/hr administradas en un período de tiempo de 1 a 12 horas. Los estudios que examinaron el impacto de las diferentes dosis del ácido tranexámico en el sangrado y el requerimiento de transfusión mostraron una diferencia no significativa entre las dosis altas y bajas.

Estudios en cirugía cardíaca han mostrado que una dosis inicial de ácido tranexámico de 10 mg/kg seguido de una infusión de 1 mg/kg/hora produce concentraciones plasmáticas suficientes para inhibir la fibrinólisis in vitro.
[ref 12] La relación dosis respuesta del ácido tranexámico fue examinada por Horrow et al (1995) quienes concluyeron que 10 mg/kg seguidos de 1 mg/kg/hora disminuye el sangrado luego de la circulación extracorpórea y que dosis mayores no muestran adicionales beneficios homeostáticos.[ref 13]

En esta situación de emergencia la administración de una dosis fija sería más práctica ya que determinar el peso del paciente sería imposible. Por lo tanto una dosis fija, dentro del rango de dosis que ha mostrado inhibir la fibrinólisis y proveer beneficio hemostático, es la utilizada para este estudio. La dosis fija elegida sería beneficiosa para pacientes grandes (>100 kgs) pero también segura en pacientes pequeños (<50 kgs), ya que la estimación de la dosis/kg que recibiría este ultimo grupo ha sido aplicada en otros estudios sin efectos adversos. La duración planeada de la administración permite el efecto completo del ácido tranexámico en el riesgo inmediato de hemorragia sin extenderse demasiado lejos dentro de la fase de respuesta aguda que se observa luego de la cirugía y el trauma.


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